lunes, 26 de marzo de 2012

Adivinacion y clarividencia

Por Alberto Acosta


En el mundo siempre han existido los adivinos y clarividentes, solamente hemos visto que cambian los nombres por los que son llamados, siempre están inmersos en los mismos paradigmas astrólogos, magos, adivinos, profetas etc. Cada quien defiende los suyos. La iglesia católica prohibía tajantemente la adivinación, sin embargo cree fervientemente en los profetas que en última instancia hacían exactamente lo mismo. Solo que a través de métodos diferentes. Para el cristianismo estos profetas estaban inspirados por Dios y los demás por el demonio. Así como sus libros eran inspirados por dios. Siempre me pregunte quien decide que algo está inspirado por dios y que no. Dios? No es lo que llamamos dios en última instancia el creador de todo lo existente?. Como podrían existir entonces la adivinación sino no fuera por el permitida?


En un concepto errado la humanidad siempre antropomorfiza todo. Todo es humanizado. Desde siempre ha sido así. Se imaginan a Dios como un anciano con larga barba sentado en su gran trono del cielo desde donde observa todo lo que hacemos. Tiene su mal carácter y su bondad al tiempo y recompensa o castiga según el merecimiento de cada quien. Si así fuera entonces el universo estaría gobernado por un humano con poderes sobrenaturales de carácter cambiante que hace y juzga lo que le viene en gana de acuerdo su propia moral, nada más absurdo podríamos pensar. Que importantes nos creemos ya que el creador de todo cuanto hay, destina toda su energía en supervisar el destino de los hombres. Que grandes somos hombres y mujeres ya que el universo solo gira en torno a todo lo que hacemos. O tal vez, que ignorancia infinita la que nos aqueja que ni los conceptos más sencillos y lo que la naturaleza nos enseña día tras día hemos podido comprender desde nuestra péqueña celda egoica de la cual nos rehusamos a salir porque tenemos temor de perder la seguridad de existir en el modo que los hacemos y que creemos es la única manifestación posible.
La clarividencia no es don de algunos pocos, sino, es un sentido de todos. El universo guarda una intima relación con todo lo existente y de esa forma todo lo que nos rodea es un espejo de todo lo que pasa en lo más recóndito de nosotros.


 Esa es la explicación de por qué surgen tan amplia variedad de técnicas adivinatorias. Algunos creen que la diferencia entre clarividente y adivino es marcada, porque el adivino se vale de un instrumento para adivinar y el clarividente simplemente ve lo que ve, pero finalmente es lo mismo. Ambos ven reflejos de un futuro probable, plasmado en lo que lo rodea. Y como es esto posible?


Si lo que me rodea es un reflejo de mi propio ser, literalmente puedo leer en todo ello lo que sucederá. Es esa la razón por la cual todas las técnicas usadas por los antiguos funcionaban de una forma u otra. Si investigamos un poco encontraremos infinitas técnicas de predicción desde las más conocidas hasta las más absurdas. Lectura del chocolate, las hojas del té, la borra del café, las velas, el agua, los palitos, los caracoles, los huesos de no sé qué animal, las tripas de no sé que otros tantos, unas normales y otras más repulsivas, pero todas finalmente desde el mismo principio de que el universo entero me habla constantemente. Literalmente existen una comunicación constante entre todo lo que existe. Incluso no necesitaría algo en particular para predecir, si tan solo fuera consciente de lo que me rodea, podría leer el charco en la acera o la leche derramada o el vuelo del pájaro, no sé, cualquier cosa, tan solo si estuviera despierto a la realidad y pudiera entender ese lenguaje en el que el entorno me habla constantemente. 


Cuantas veces después de pasar por situaciones difíciles no hemos entrevisto pequeños mensajes que nos indicaban o advertían lo que se venía? U otras veces enormes mensajes que nos advertían lo que venía, pero, nosotros absortos en nuestro idílico mundo del ego, tan solo lo ignoramos


Allí está la verdadera clarividencia, es ahí donde está el verdadero clarividente. Es quien en medio de tanto ruido logra comunicarse perfectamente con lo que le rodea y entender todo lo que el universo tiene para decirnos.


No se necesitan palitos, ni cartas, ni te, ni chocolate, tan solo se necesita ver, y escuchar en silencio lo que siempre ha estado ahí, disponible para cada uno de nosotros

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